sábado, 27 de noviembre de 2010

Tankas

I
Calle perdida
De aceras olvidadas
Roto mensaje
Corre rápido el agua
Drena pobres historias

II
Muerdo con fuerza
Resistentes cadenas
Pare la mente
Esperpéntico canto
Que enmudece espantado

III
Sueña la extraña
Suave momento cúlmine
Sube entre polvo
Sobre un dragón de piedra
Sacro vuelo dorado

IV
Toma la mano
De aquel que hambriento mira
Mira con fuerza
Su piel hecha de salmos
Gruesa corteza de álamos

V
Serpenteaban
Pensamientos difusos
Correteaban
Por los senderos blancos
De campos de lavanda

VI
Hábiles tigres
Sutiles bellos árboles
Trepan tranquilos
En silencio bostezan
Y libertad aspiran

VII
Trémulo ocaso
De agitada caída
Vuelo encarnado
De infinitas salidas
Que provocan sosiego

VIII
Ciudad putita
Muestra senos impúdicos
Llora miseria
Ríe de su desnudez
Muere por sinceridad

jueves, 18 de noviembre de 2010

Esdrújulo

Entrando en estado epiléptico
Comienza el estado neurótico
Que danza de forma arrítmica
En espacio de trasfondo negrísimo

Comienza  entonces la búsqueda
De anhelados tiempos pretéritos
Que escriben de forma minúscula
Ayeres de reminiscencias jónicas

Se hunde de forma catártica
El recuerdo de letras germánicas
Que fluye como diamantes varíscicos
Sobre objetos de superficies cárnicas

Se pierde irreverentemente la retórica
Aflora en el alma lo tísico
Se pierde el espíritu en tránsito
Que lamenta de forma jasídica

Sangra el pensamiento eufórico
Y anula del todo su ánima
Arrodilla sus huesos raquíticos
Sobre densos líquidos graníticos

Arranca el grito sinfónico
Que desespera con notas atónitas
Recorre el grito nitrógeno
Que espera encontrar una sílfide

En medio de llamas volcánicas
Se consume el delirio plutónico
Y arde en delirio magnánimo
El ciego baile melodramático

Cielo invertido

Sin claro objetivo visible

Por defecto.

Sin grandes ambiciones estéticas

De lado.

Con sombría esperanza tardía

De algo.

Con inmensas ganas lejanas

Por horizontes cercanos.

Sin visible camino

De transeúntes ausentes.

Desde oscuros reinos mudos,

Entre gritos sordos

De soledades mustias.

Desde sueños livianos

Entre sábanas blancas

De extraños Uranos.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sabe

Sabe el ave que entierra el vuelo

Sabe el vuelo que el agua es hombre

Sabe el hombre que vuela en tierra

Sabe la tierra que entierra el nombre

Sabe el nombre que por él se entierra

Sabe el destierro que se olvida el nombre

Sabe el hombre que el destierro quema

Sabe el fuego que el hombre es aire

Sabe el aire que esparce el nombre

Sabe el nombre que el hombre es tierra

Sabe la tierra que se comerá al hombre

Clave (Conversación de dos orates acalorados)


- ¡Deberíamos tener la rebeldía suficiente para identificar la frecuencia en la que las flores aparecen y escucharlas en cada escena de la vida! El arte de avanzar a fuerza de versos e ideas imprimirán molinos blasones. Las llaves para ascender son imaginación y capricho y, ¡llevan a un pedestal demasiado alto! ¡La suntuosidad del ritual es prueba y expresión de humanidad!

- ¿Te has dado cuenta de que el arte de escuchar es una escena cada vez menos frecuente en esta vida? No es mi imaginación: caprichosamente avanzo hacia los suntuosos molinos sordos, pero es una prueba demasiado dura; ellos no han de oír. Cómo puedo pensar esto, te preguntarás. Es sencillo: la humanidad ha subido a un rebelde pedestal la sordera. ¿Por qué? ¡Porque todos creen tener las llaves de la expresión! Todo se vuelve un frenesí de ideas que no es más que un absurdo ritual blasón. ¡Todos creen ascender! ¡Ya nadie sabe escuchar a las flores u oler a los versos!